El padre Diego alentó y cuidó la Acción Católica como escuela de santidad, formando apóstoles con un gran amor a Cristo y la Iglesia y viendo el Evangelio y la caridad, sobre todo hacia los más pobres.
En el año 1945, del 24 al 29 de abril, dirigió sus primeros Ejercicios espirituales para un grupo de jóvenes de Acción Católica, en la Parroquia de Santiago de Lorca (Murcia). Desde este momento muchos, incontables, serán los Ejercicios y Retiros espirituales que dirigirá
En Cantoria (Almería) los Ejercicios Espirituales fueron desde el 10 al 15 de febrero de 1946. En la estampa recordatorio de los mismos se lee:
PROPÓSITOS DE ESTOS SANTOS DÍAS. Cumpliré las promesas de mi bautismo, que son: Enemistarme con el pecado para siempre y seguir a Jesucristo cargada con la Cruz diaria del cumplimiento de las obligaciones de mi estado. Para conseguirlo haré todos los días un cuarto de hora de meditación y otro tanto de lectura espiritual; confesaré todas las semanas y comulgaré a diario o semanalmente por lo menos; examinaré mi conciencia al acostarme y trabajaré en el Apostolado de Acción Católica para hacer buenos cristianos a los demás. A.M.D.G.
Solía ser reclamado don Diego por la Junta diocesana de Acción Católica. En 1947, el día 24 de octubre asistió a la VIII Asamblea de la Acción Católica de la Diócesis. Allí expuso una Ponencia sobre Centros menores y filiales en ambiente Rural.
En Villena (Alicante), a los jóvenes, más entusiasmados que deseaban seguir más de cerca sus consejos de vida cristiana en santidad, constituyó lo que llamó «cenáculos». Grupos de profundización del Evangelio donde se entrelazaban el estudio, la oración, el apostolado y la caridad.
El 13 de junio de 1949, fue nombrado Consiliario de la Acción Católica del centro interparroquial de Villena. En la parroquia organizó las cuatro ramas.
Los hoy ya no tan jóvenes, recuerdan que le descubrían, muchas veces, en oración ante el Sagrario. Asimilaban sus enseñanzas porque, sobre todo, hablaba con su testimonio de vida. Su ejemplo movía a imitación. «Nos decía que siempre encontraríamos la puerta de la Iglesia abierta y si queríamos comulgar él estaría dispuesto». En poco tiempo, unos cuarenta jóvenes ingresaron en la Adoración Nocturna.
En un artículo referido a los jóvenes y la Acción Católica expone aquello que él procuraba cuidar más:
«¿Mis impresiones? Sencillamente optimistas. Los jóvenes de la diócesis conocen a las mil maravillas la acción Católica. Es un tren perfectamente formado y dispuesto a marchar, y más aún, para correr y volar. Los chicos que vi y escuché son verdaderos capitanes de pueblos, mejor dicho, podrían serlo. Hay madera abundante para Santos y apóstoles.
Quedaron patentes algunas deficiencias ocasionadas todas, a mi juicio, por falta de vida interior. ES EL PROBLEMA DE LA JUVENTUD, y de toda la Acción Católica. Estamos empeñados en andar sin vida. ¿Solución? Los jóvenes de la diócesis esperan un equipo de fogoneros espirituales que pongan en movimiento el tren parado de su Centro. Conviértase el Consejo Diocesano en un surtidor de espiritualidad que llegue a todos los rincones de la diócesis, y todo resuelto».
Todos los días, temprano, las mujeres de Acción Católica de Villena preparaban litros de leche para los pobres. Pero, no le bastaba remediar sus necesidades materiales: «Por amor de Dios no dejen a los pobres sobre todo la evangelización de sus almas, porque pan y dinero poco o mucho hay quien dé, pero catecismo y evangelio nadie da a los pobres».
En 1960 encargado del Colegio de Consiliarios de jóvenes de Acción Católica en el Colegio Santo Domingo de Orihuela.
Los últimos años de su vida procuró alentar «apóstoles de apóstoles» en la AC. Para ellos escribió como unos puntos claves. El subrayado es de Don Diego.
«Respecto al apostolado me agradaría que fuese ya apóstol de apóstoles. Debe reunir a unas y otras y animarlas a la vida de santidad y apostolado. Piense en esto y vea la manera de hacer alguna cosa más, porque ¡vaya que es más fecundo ser apóstol de apóstoles!».