- § Pido al Señor que hagas buen matrimonio, que te sacrifiques por tu esposa y por los hijos que el Señor te dé.
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Si las madres criasen hijos para Dios y no para sí, no fracasarían nunca, pero ¡pobres madres! ¡Y
cuánto les cuesta su amor natural no elevado por el amor de Dios!
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Hay que insistir sin cansancio en la vida interior, en las relaciones personales
con Jesucristo y en el cumplimiento de los deberes de casa, maridos, hijos, padres. Sin esta base se edifica sobre arena. Y conforme arreglándose a sí y sus casas, el Señor les pondrá deseos de hacer
bien a las vecinas.
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Los esposos se han de fortalecer no sólo con abrazos y besos, sino con la formación cristiana, es
decir con la práctica de la virtud, con el sacrificio del uno por el otro, y de los dos para los hijos.
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Me dan muchas ganas de ayudarle a llevar la Cruz. La escribo con mayúscula para que sepa que le
viene de Dios, cualquiera que haya sido su camino. Este pensamiento debe animarle, porque Dios no quiere su condenación ni la de los suyos. Se lo he dicho muchas veces; tenga serenidad y espere la
hora de Dios. Le voy a proponer un plan, a ver si acepta. Supongamos que su marido es un blasfemo, impío, “malespeso”, etc. Y que sus hijos son unos demonios en pequeño. Pero usted es paciente y
callada y no se inmuta aunque el mundo estalle a sus pies. Estos hijos, y demás son escoplos, sierras, gubias, lija, cosas que hacen mucho daño porque arrancan pedazos de carne. Pero usted está
quieta como un tronco y se deja desbastar y pulir hasta llegar a ser una santa. Dios que ha sido el artista que la ha hecho santa con esos instrumentos tan crueles, al terminar su obra dice ¿Cómo voy
yo a tirar y despreciar estos instrumentos (hijos y demás) que me han servido para hacer una santa? Los guardaré en mis arcas por amor a la imagen que me han ayudado a formar. Y se los lleva al Cielo
en su última hora. ¿Le agrada el plan?. Luego todo está en que usted sea tronco muerto. Que sus hijos etc., son ya los instrumentos. Anímese, no decaiga. Pase por encima de todo y no deje la
comunión. Hágase un caparazón como el de las tortugas y cuando tema peligro métase dentro. Viva en oración continua no falten jaculatorias.
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Hay que agotar los medios humanos y después acogerse a la cruz, y resistir tanto como Jesús. Pero si
él no quiere y la echa a la calle así como suena, me parece bien que se quede él con la obligación o parte de sus hijos. Pero me agradaría mucho, y creo que ésta solución es la única cristiana de
verdad que por su propio impulso no tome la decisión de salir sino de subir hasta dar la vida. Sólo si él la despide puede usted proceder con toda energía respecto a los bienes materiales para
asegurar la manutención y educación de sus hijos. Pero que siempre pueda usted decir que usted no se fue, sino que él la despidió. Y si en todo ese maremágnum deja usted la comunión y la unión con
Jesús ¿quién le va a servir de Cirineo para llevar la cruz? No y no... más oración, más penitencia interior y exterior por él y por la formación de sus hijos. Si usted supiera vencerse en todo, creo
que la gracia triunfaría, pero anda tan a empujones... Bueno a ver si este mes del rosario reza usted las tres partes por la solución de su vida. Encomiéndese mucho a la madre del Cielo.
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Una madre no puede esperar en su vida mas que disgustos y enfermedades de sus hijos, y si piensa en
otra cosa está en la luna, y a usted diré que no es buena cristiana, pues se disgusta de la cruz de Cristo. Yo tendría por santa, a la madre que no se queja de las penas de su casa y no a aquella que
se encuentra en todas partes, porque todo le viene bien, a pedir de boca. Así es y que el demonio no la engañe.
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No sé cómo se queja usted de sus hijos. No tiene razón ninguna. Con esa vida ramplona que se va
echando... no, no, usted conoce mucho para echarse a dormir y descansar en el fango del mundo.
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Sus cartas siempre igual: con situación insostenible, etc. Sin embargo se ve que Jesús también en
situación insostenible en la cruz se mantiene para darle a usted fuerzas. ¡Qué difícil es mantenerse con tres clavos y en la cruz!. Pues así hay que mantenerse y en silencio. Confíe más en Dios ¿por
qué la ahoga el porvenir? ¿y si se muere usted y sus hijos? ¿no está eso en manos de Dios? Pues abandónese a su divina providencia y todo se andará. Comprendo su pena pero no su mal humor y agobio.
Aquella es natural y meritoria, estos son hijos de la tibieza y oración floja o nula. Ande y mire siempre al cielo, como el que va a pasar un puente para no marearse. Usted no puede mirar las aguas
revueltas de su casa que se mareará y caerá, pero si mira al Cielo, pasará sin el menor vahído. ¿Sabe ya el remedio? Pues póngalo en práctica. Me agrada mucho su oración diciendo a unos y otros de
sus hijos que callen. Ojalá que todas las madres se pasasen su Iglesia haciendo lo mismo, aunque parezca cosa rara.
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Tampoco debe despotricar demasiado con gritos o gestos de impaciencia que pueda escandalizar a sus
hijos. Corrija con paciencia y enseñe con humildad. En una palabra, como el grano de incienso se quema en el fuego y si no se quema no sube el incienso oloroso, usted tiene sus brasas en su casa y
usted es el grano de incienso cuyo olor suave, no fuerte como el de trementina, ha de satisfacer al Señor.
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Muy bien con lo del apostolado. Haga todo cuanto pueda y algo más. No deje de hacer una reunión con
dos o tres, las que sean pero de buena voluntad y hablen pero de vida espiritual. Usted se animará y las animará. No se deje llevar en esto de respetos humanos. Usted invite a las que vea que se han
de aprovechar y nada más. Que el Señor esté muy cerca de usted. Tengo la seguridad de que si usted le ayuda a Él a llevar la cruz de su pueblo Él le ayudará a usted a llevar la de su
casa.
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Tiene su modelo perfecto que imitar en la Santísima Virgen de Nazaret. Mírela haciendo con sencillez
las cosas de su casa, preparando la comida a Jesús y José y con sólo eso sube tan alta. Piense en María y no en usted que ese es nuestro pecado: el contemplarnos demasiado.
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Me pide penitencia. Bien. La primera y principalísima, tratar a su hermana con todo cariño y
solicitud, como quien sirve a Cristo y callar, callar. Un servicio esmeradísimo en todo lo de su casa para que el apostolado no aumente dificultades grandes. De lo demás, nada, la mortificación
necesaria para que su oración larga y su apostolado extenso y profundo no falte.
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Doña Sancha Carrillo la dirigida del B. Ávila se santificó en su casa, pero en los sótanos de su
casa haciendo penitencia. Por aquí hay que comenzar la renovación (...) Póngase un reglamento y guárdelo, y el Señor le dará más cuando haga lo poco.
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Pensar en ser una madre cristiana requiere mucho más espíritu que para ser religiosa. Ahora, si lo
que usted busca es un hombre que le haga feliz yo no sé qué aconsejarle. Porque felices no nos puede hacer más que cumplir la voluntad de Dios en el convento o en el matrimonio. No siendo de Dios, yo
no sé dónde hará más daño a la Iglesia si mala casada o mala religiosa.
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En cuanto a su vida de piedad hay que renovarla y en cuanto sea posible ajustarla. La hija y sus
quehaceres no le excusarán de tener sus ratos para Dios, puesto que los necesita, sino que los habrá de tener de modo distinto a las religiosas de convento. Si su hija no se despierta, haga el
Ofrecimiento de Obras y meditación en su habitación levantada o si cabe acostada, como le sea posible. Haga como el que come trabajando, un bocado y adelante. Si su hija la despierta y ha de comenzar
la lucha con ella, piense que está vistiendo y lavando al Niño Jesús, besarla, abrazarla (...) Si no ha podido tener tiempo especial para la oración, no deje de lanzar jaculatorias al cielo y así
tendrá todo el día de oración. Lleve el examen sobre la presencia de Dios: ver siempre a Dios junto a usted.
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Siga confesando y comulgando todas las semanas, nada más. Atienda las cosas de su casa, y deje por
ahora todo lo demás.
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No se llene de más trabajo que pueda llevar, pero de menos tampoco. Primero su oración y
comunicación con el Divino Corazón, después su casa, aunque tiene buena ayuda en su hija, pero tampoco lo deje todo sobre ella, y después a trabajar mucho y con paz, y a recibir los sin sabores que
Jesús quiera.
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Ánimo, adelante con mucha fe en el Divino Corazón. Entréguele a Él sus hijos y todo lo suyo, y usted
a mirar por Él.
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Lo peor que puede hacer es dejar al Señor. Entonces sí que no hay remedio. Porque, como tiene
costumbre, y conoce el bien que le hace el contacto con Jesús, al dejarlo, le da todavía más disgusto y desesperación, y no por lo que ocurre en su casa sino por no gozar de la comunión y seguir sus
costumbres. Por amor de Dios no lo deje por perdida que se vea.
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Para sus hijos, ejemplo, lágrimas y oración y no quejarse ante nadie sino ante Jesús.
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Si se diese cuenta, con la luz del Cielo, de que esa actitud sin quejarse y con mucho amor de Dios y
de sus prójimos le santificará, no habría que hacerle más recomendaciones ni buscar más medios. Los que Dios da deben ser los mejores ¿no le parece? Pues esos los tiene clarísimos en las
circunstancias de su casa. Me dice que si no fuera por Dios... ¡Claro que es por Dios! Pero no debe decirlo con frecuencia ni con tono de disgusto, porque entonces... le queda poquito Dios; en algún
caso podría decir; como no tengo otra callejuela de escape lo hago por Dios. Hasta que no lo haga con cierta paz, satisfacción y hasta alegría, no está muy claro que su obrar sea por Dios del todo.
No se desaliente, no es cosa de un día, persevere, domine su amor propio, abrácese con la vida difícil y de sacrificio que es la vida del cristiano ¿no oye la Misa, no se une con Jesús víctima en la
Misa? Pues ahora tiene ocasión de vivir fuera de la iglesia lo que se realiza en el altar. No mire ni piense en el mundo. Está loco. Usted a lo suyo, a hacerse santa por el sacrificio de sí propia. A
vivir una vida de recogimiento, silencio y austeridad con su esposo Jesús y verá como Él le da ánimos para llevarlo todo adelante. “Si el grano de trigo muere dará mucho fruto” (Jn. 12,
24).
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Usted quería ser misionera por los pueblos y llegar a tierra de infieles, ¿verdad que si volviera a
vivir la vida con esta experiencia sería para la Iglesia? Pues bien, la santa Iglesia no tiene falta de andariegas sino más bien de sacrificios de almas víctimas por las almas. ¡Qué apostolado tan
estupendo, en su casa, como Santa Teresa en su convento! No deje pasar esta ocasión de hacerse santa en silencio y paz, (así) adelanta el alma devota.
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Le aseguro mi contestación mientras le vea con ganas de ser de Dios al
servicio de su casa.
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El Señor tiene sus planes, y nosotros nos adelantamos a Dios con nuestros proyectos. Menos mal que
sabe con quién se gasta los cuartos, y no nos hace caso y Él sigue su camino en bien nuestro, como hacen los padres, ni más ni menos, obligan a los hijos a trabajar y estudiar, porque si no, serían
unos desgraciados. Si el Señor hiciese caso a nuestras lágrimas y quejidos se había terminado de redimir a más gente, porque el sacrificio y la propia negación nos viene a todos muy mal.
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Debe estar agradecida a Dios por el bien material y espiritual de sus hijos. (...) A pedir mucho por
ellos, y a procurar darles buen ejemplo.