7. LEVADURA EN LA MASA
Los seglares son también Iglesia. Cualquier cristiano medianamente instruido conoce perfectamente que está injertado en Cristo por su Bautismo y lanzado como militante de la Iglesia por el sacramento de la Confirmación. Si es responsable de su personalidad cristiana “está llamado a contribuir con todas sus fuerzas al crecimiento de la Iglesia y a su continua santificación. La misión de los seglares en el mundo es hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos” (Lumen Gentium 33).
Los cristianos son luz del mundo y sal de la tierra, e iluminan con su ejemplo y con su palabra las tinieblas de los errores morales y espirituales de los hombres y comunican el buen gusto de las cosas de Dios y de la vida del Evangelio en los medios sociales en que se desenvuelven. Los cristianos son el “buen olor de Cristo” que deben perfumar con su comportamiento los ambientes y las costumbres escandalosas que por todas partes nos rodean. Son continuadores de la misión de Cristo, puesto que son el mismo Cristo, en frase de San Agustín.
VIDA DE TESTIMONIO
Jesús dice a sus discípulos: “El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, y vosotros daréis también testimonio, ya que desde el principio estáis conmigo” (Jn. 15,26-27). El Espíritu Santo, que se nos da en el Bautismo y más plenamente en la confirmación, no debe estar inutilizado por nuestra pereza y cobardía, sino que ha de convertirnos en testigos de Cristo donde-quiera que trabajemos y delante de quienes convivan con nosotros. “A todos llama el Señor a dar testimonio de fe con palabras y obras, en medio de la sociedad, y a construir la ciudad terrena según los designios de Dios. Esta acción del cristiano en el mundo, inspirada en la fe y en la caridad, es parte integrante de la misión de la Iglesia” (Documento de la Conf. Episc. Española “sobre apostolado seglar”).
PARA LIBERAR A TODO EL HOMBRE
Dios es criador y redentor de todos los hombres. Con su providencia quiere que todos tengan lo necesario y conveniente para vivir en el mundo. Como Redentor vino a liberarlos de las cadenas del pecado y de las consecuencias materiales y espirituales que engendra. El apóstol seglar debe ser liberador con Cristo. Pero ha de comenzar liberando a sus hermanos del egoísmo y de los desastres que ocasiona, a saber: el deseo desmedido de riquezas y la acumulación de ellas entre unos pocos; de la soberbia y endiosamiento de los valores terrenos humanos y materiales o raciales; del culto a los placeres carnales, comodidades, sexualismo y erotismo en todos sus aspectos degradantes. La liberación del pecado, traería al mundo el triunfo del espíritu de Cristo y del amor entre los hombres. Cuando éstos vivan las bienaventuranzas que Cristo proclamó en su Evangelio, habrá paz y amor; y las penas inherentes al pecado original se habrán disminuido tanto, y se llevarán con tanto gozo, unidas a los sufrimientos de Jesús, que la tierra se habrá convertido en un cielo, si es que lo puede haber en la tierra, como dice Sta. Teresa.
REVISIÓN SINCERA
Pero seamos sinceros: ¿somos luz o tinieblas en la vida familiar, social, en el trabajo, en las diversiones, etc. etc.? ¡Qué enrarecido que está el ambiente cristiano! ¡Qué poca coherencia entre lo que creen y lo que viven! Así resulta que en lugar de ser testigos, somos escándalo para los débiles y sencillos. San Pablo (Rom. 2,12-24) se encara contra los judíos que se glorían de la Ley, pero no la cumplen. “¿Tú, que en la Ley te glorías, deshonras a Dios con la transgresión de la Ley? Porque el nombre de Dios por culpa de vosotros es blasfemado entre los gentiles, según está escrito, Is.52,5.”. ¡Cuántos que van a misa y se glorían de ser cristianos, debieran cambiar de costumbres en la vida familiar, en sus diversiones, y, sobre todo en sus negocios y relaciones sociales, o retirarse a una vida escondida hasta que se convirtiesen e hicieran penitencia; cuánto bien harían a la Iglesia: Es posible que la gente sencilla acudiese a Cristo entonces.
El documento episcopal citado presenta una buena línea de renovación: “Para el militante cristiano, la acción evangelizadora consistirá muchas veces en iniciar dentro de sí, en unión con otros militantes, la revisión de sus propias actitudes, con un movimiento de conversión, que deberá extenderse hacia el medio ambiente en que vive, en forma de reflexión, de diálogo, de apertura hacia los demás, de compromiso, de testimonio explícito de fe. Sin este testimonio explícito de fe difícilmente se llega a realizar una acción verdaderamente evangelizadora, el anuncio de Jesucristo como salvador del hombre”.