Esta frase es de S. Pablo: "para mí el vivir es Cristo". Este es el primero y último paso que debe dar todo cristiano en el camino de su vida espiritual. - Pero, diréis: ¿se puede vivir a otra persona? Se vive uno a sí mismo, pero ¿a otro? - Pues, sí, como suena. Hay que vivir a Cristo, si es que ha entrado en nuestros planes no llevar el bautismo como una insignia de fútbol, sino con autenticidad, grabado en nuestros pensamientos, afectos y actuaciones.
Es exigencia del bautismo para todos. Antes están obligados a vivir a Cristo, por ser bautizados, el Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos, que por el nuevo puesto que les ha dado en la Iglesia su ordenación sacerdotal o su profesión religiosa. Un poco de reflexión. ¿Sabes lo que es un injerto? El injerto, por estar unido al tronco, vive la vida del tronco, recibe su savia, y da frutos que son a la vez del tronco y del injerto. ¿De acuerdo? Pues el bautismo, según S. Pablo, es un injerto en Cristo, en su muerte y resurrección para que vivamos una vida nueva, la vida que El vino a traer a la tierra, contraria a la vida de concupiscencias que hemos heredado de Adán. La idea es del mismo Cristo: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Como yo vivo por el Padre que me envió, así el que me come vivirá de mí. Quien permanece en mí, y yo en él, éste da mucho fruto."
S. Pablo, cuya lectura te recomiendo para todos los días, si quieres vivir en cristiano, se esforzó y vivió perfectamente a Cristo. Lo dice él mismo: "Vivo yo, mas no yo, sino Cristo es quien vive en mí". El cap.3 de los Filipenses es un resumen maravilloso de nuestra vida en Cristo: "Considero todas las cosas como basura a cambio de ganar a Cristo, y de hallarme en El, para conocerle y experimentar en mí la eficacia de su resurrección. Por eso corro por ver si alcanzo a Cristo Jesús, por quien fui yo alcanzado". También tú, lector, has sido alcanzado por Cristo en el bautismo. Ahora bien, ¿corres detrás de Cristo, como Pablo, para alcanzarle? Quizá llevemos un paso cansino y aburrido.
Pablo VI dice en su encíclica "Ecclesiam suam" que los cristianos hemos de mantener relaciones vitales con Cristo. Si tuvieses ocasión de leer esta encíclica, y meditarla, verías qué es vivir a Cristo hoy. Hizo poco ruido aquella encíclica, escrita personalmente por el Papa. ¡Qué pena! Pues bien; todo el hombre, de pies a cabeza, debe vivir a Cristo, y las veinticuatro horas del día. Para conseguirlo hay que esforzarse por conocerle con amor, amarle de obra y de verdad, y ser su testigo fiel.[1]
Hoy se escribe y se habla mucho de Jesucristo. Abundan los libros y revistas; pero muchos parecen salidos de laboratorios, y escritos por siquiatras o sicólogos, que tratan de Cristo, pero no con Cristo. Están muy calculados, bien distribuidos, con lenguaje al día, esto está bien, pero fríos. Poco o nada encienden el corazón. También se lee mucho más el evangelio, gracias a Dios. Pero, ¿se conoce más el Espíritu de Jesús, su corazón, sus sentimientos y reacciones, sus virtudes? El conocimiento de los que se aman nunca es superficial, sino que penetra íntimamente.
Se habla y se urge también la formación. Está bien. Pero no confundamos la información y la ilustración con la auténtica formación cristiana. Formarse cristianamente no es saber más cosas de Cristo, esto es ilustrarse, sino cambiar nuestra forma de pensar, y por tanto de actuar, en la de Cristo. "No os amoldéis, dice S. Pablo, al presente siglo, antes bien transformaos por la renovación de vuestra mente para acertar cual es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que más le agrada, lo perfecto. "Y el mismo S. Pablo nos manda crecer en el conocimiento de Jesucristo hasta que se forme El en nosotros, en plenitud". En concreto, que tenemos una cabeza pagana, y hemos de cambiarla en cristiana. Hoy diríamos que hay que mentalizarse conforme al evangelio.
Algunas preguntas para la reflexión podrían descubrirnos. ¿Tienes sobre el dinero los criterios de Cristo? "No atesoréis riquezas... Nadie puede servir a Dios y al dinero. "¿Cómo enjuicias la enfermedad, la persecución, la muerte? ¿Como los apóstoles que "iban gozosos a padecer por Cristo"? ¿Qué piensas de la divina Providencia? "No se mueve la hoja de un árbol, ni cae un cabello de tu cabeza, sin la voluntad de Dios" ¿Qué puesto ocupan en tu vida los demás? Esto merece artículo aparte. ¿Pecas? pues el que peca ni le ha visto ni le ha conocido, dice S. Juan. Hazte una radiografía a la luz potente del evangelio, y verás en qué queda tu conocimiento cristiano de Jesucristo. No hemos de ser pesimistas, pero sí realistas, y humildes.[2]
"Si alguno no ama a nuestro Señor Jesucristo, sea anatema", dice S. Pablo. Y "el que no ama está muerto", dice S. Juan. Aunque conocieras a Cristo como Sto. Tomás, si no le amas, estás muerto. Quizá haya algunos teólogos muertos. Ante todo, ¿quién es Cristo para ti? ¿Es algo, o alguien? Una persona, un amigo íntimo, un padre, un hermano, un esposo. Todo esto ha de ser Cristo para ti. ¿Por qué amamos a los padres, hermanos, hijos, amigos, etc.? Porque nos rozamos con ellos, convivimos, les damos y recibimos pruebas de afecto, mantenemos largas conversaciones, nos sacrificamos por ellos, y ponemos a su disposición nuestras cosas y nuestras personas. "El roce engendra el cariño." Pues con menos no se contenta Jesús. Y si no te faltan estas señales de amor, llegarás a amarle de verdad. Mira lo que dice Sta. Teresa: "Puede representarse delante de Cristo, y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad, y traerle siempre consigo y hablar con El, pedirle por sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con El en sus contentos, y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad. Es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía, y se aprovechare mucho de ella, y de veras cobrare amor a este Señor, a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado." La fe y la gracia de Dios pueden más que la naturaleza, pero te exigen también el ejercicio del amor, como el amor natural. Si no ejercitas el amor humano con manifestaciones afectivas, y, sobre todo, con el sacrificio por contentar a la persona amada, se te secará el corazón, serás un egoísta. No olvides el arrojo de S. Pablo: "Por amor a Cristo me desposeí de todo, y considero todas las cosas como basura con tal de ganarle."
Además el amor no funciona a empujones; es constante y entregado, como el de Jesús: "Nos amó y se entregó como víctima por nosotros". Si no hay entrega para siempre hay que dudar de su autenticidad. No se puede amar a Cristo los domingos media hora, y el resto de la semana...No se puede amar a Cristo durante la Misa y la oración, y después...Te podrías despertar con aquella frase de S. Juan de Ávila: ¿Adonde estás cuando en Jesucristo no estás?[3]
El amor no cabe en el corazón cuando se tiene. Sale afuera necesariamente con el calor y la luz de las obras. "Si me amáis guardaréis mis mandatos, como yo amo al Padre y guardo los suyos. Los cristianos somos luz de Cristo". Y la luz se ve, no se oye; se ven las acciones cristianas, las mismas que hizo Cristo. El cristiano prolonga a Cristo en la sociedad en que vive. Por las obras vienen en su conocimiento mejor que por la predicación. Fue la recomendación de Jesús: "Luzca vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre."
Se conoce que el sarmiento vive la vida de la vid en que produce uvas fruto propio de la vid. Vivir a Cristo y no presentar el rostro de Cristo es imposible. "Los cristianos somos buen olor de Cristo, según S. Pablo. "Si a mí no me creéis, creed a mis obras, decía Jesús". Y entendía, no solo los milagros, sino su vida siempre conforme con la voluntad del Padre. Si vives a Cristo, tienes que demostrarlo con palabras; menos palabras, y más hechos. Tienes fe, haces bien. Pero Santiago nos dice que "son mejores las obras de la fe". Una cara sonriente en la adversidad, devolver bien por mal, no hablar mal de nadie, la paz en las necesidades, etc. etc. es vivir a Cristo con autenticidad.[4]
No tienes que cambiar de trabajo ni de forma de vida sino deintención y de amor, seas mujer de casa, trabajador, sacerdote o religioso. Esfuérzate en ver en tus hijos, hermanos, vecinos y compañeros de trabajo a Cristo. "Hazlo todo por El". Y saldrán ganando todos, ¿no te parece? No es evasión, es elevación de los hombres.
Ten deseos humildes, que los deseos de Dios son aposentadores de Dios, dice S. Juan de Ávila. Trata a Cristo frecuentemente en la lectura reposada del Evangelio, y de S. Pablo. Y amistad con alguna persona que trate también de vivir a Cristo, sea religiosa o seglar, da lo mismo, pero cerciórate bien. En el Sagrario está tu mejor amigo.