- o El
rechazo de la vida de comunidad no es cristiano. Se puede rechazar éste o aquel tipo de comunidad, pero nunca la vida de comunidad; porque el matrimonio también es vida de comunidad, que la engendra
la unión natural, y ésta (religiosa) está formada por la unión de vínculos únicamente sobrenaturales, como signo de la presencia de Dios.
- o La
vida de comunidad no es el fin de la vida religiosa, sino como tú dices, encontrar a Dios. Pero, ¿cómo encontrar al Padre, si no es en familia? La Iglesia esencialmente es familia o comunidad, como
tú quieras, y los hombres y más aún los cristianos, encontrarán su desarrollo y perfección en el ambiente o vida de familia o comunidad; porque si la comunidad es un conglomerado de personas, no es
familia ni comunidad. Es que la comunidad es ella por sí misma, si se vive como se debe, un signo de la presencia de Dios: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, en medio de ellos estoy yo”
(Mt. 18, 20).
- o Gracias a Dios que se acepta como es, pero trabaje más porque sea en paz, con sonrisa y con entusiasmo creciente ante la inutilidad de las hermanas y la incomprensión de unos y de
otros.
- o Cuando recibí la suya me acordé de Jesús sobre la barca calmando la tempestad. Y me dije, ¡qué falta hace que Jesús se levante en medio del corazón! y le diga: mujer de poca fe ¿por qué
temes, por qué te alborotas tanto, no ves que yo estoy contigo? (cf. Mc. 4, 35–41). Y que viniera otra vez la calma a su corazón. Me dirá: "pero la calma no la trae sino otra hermana que supla
debidamente a la que se ha marchado”, Sí, hija, sí, la calma de nervios y ternura la llenará esa hermana, pero la paz de Cristo no la llena más que Él. La paz en la tribulación, la paz en los
desprecios, la paz hasta en los pecados. Esta paz nos hace mucha falta, y es posible; pero no la puede dar más que Jesús, y la da a los que le despiertan con sus llantos, gritos, confianza y
humildad.
- o Esto es amar a Cristo. Perder siempre y que ganen las hermanas, afabilidad y amor a ellas aunque no se lo devuelvan. Eso es amar a Jesús.
- o Yo
me figuro a la religiosa que quiere salir del convento como el que estando en el palacio del Rey y en la antecámara real, se quiere salir a la calle para verle mejor y antes. ¿No es eso un disparate?
No dude de su vocación, que mayor prueba de ella no se puede dar, que estar años dentro y haber profesado. Es más creo que hacerse eco de esas tentaciones y darle demasiada importancia es ser
infieles para con Jesús.
- o Le
repito mis deseos de que sea muy de Dios y de las hermanas, olvidándose por completo de sí misma, y dando su vida poco a poco por los sacerdotes.
- o La
vida religiosa es muy a propósito para morir por la humildad y sumisión al superior y a las hermanas.
- o La
vida religiosa está ordenada a vivir el bautismo con más perfección.
- o “Marta, Marta, andas demasiado preocupada...” (Lc. 10, 41) sigue teniendo valor. La religiosa dejó el mundo y muchas preocupaciones para dedicarse más libremente a las cosas del Señor, y
resulta que en muchísimas ocasiones atiende al Esposo por los pelos, y las preocupaciones y la mayor parte de las ocupaciones se las llevan las cosas mundanas. Yo sé que este lenguaje no lo entienden
muchas, pero no me preocupa. Lo que yo intento es que haya unas pocas que lo comprendan y se den de verdad a vivirlo.
- o En
ese cargo que le han dado puede ejercitar mucho la caridad. Es molesto tenerlas a todas en cuenta y cada una con su detalle, pero en eso quiere el Señor que muestre lo que lo quiere a Él. Procure no
dejarse llevar de afectos ningunos, más bien trate con más delicadeza a la que menos simpática le sea, y sobre todo a quien lo necesite más. Trátelas como madre generosa a sus hijas muy queridas. No
se canse de tenerles caridad, como quien cuida a esposas de un Rey. Y usted es la criada de todas. En los detalles es donde tiene que manifestar este cuidado y caridad. Calle mucho y no se defienda
nunca. Por lo demás no haga caso de nada humano, porque todo lo permite el Señor para bien de todas las monjas, y Dios escribe derecho en renglones torcidos para quien no quiera ver más mano en todas
las cosas que la mano de Dios. Que la esclava del Señor le dé luz para no ser esclava de nadie ni de nada, sino libre para volar a Dios en cada momento.
- o No
exija nada a sus hermanas que usted no lo viva a la perfección. Y cuando no pueda exigírselo, llore su falta ante el Señor y pídale misericordia. Y con mucha paz siga delante de las Hermanas con
seguridad y confianza en Jesús que nunca olvida a los pobres. ¿Sabe usted quiénes son los pobres? Pues se lo va a decir el beato Ávila: "pobre es aquel que desconfía de sí mismo y confía sólo en
Dios; pobre es aquel que desconfía de su parecer propio y fuerzas, de su hacienda, de su saber, de su poder; aquel es pobre el que conoce su bajeza, su gran poquedad; que conoce ser un gusano, una
podredumbre, y pone juntamente con esto su arrimo en sólo Dios y confía que es tanta su Misericordia, que no le dejará vacío de su consolación. Los deseos de estos tales oye Dios". ¿Qué le parece el
parrafito? Pues pida al Señor esa pobreza, y échese a dormir, porque Dios se lo dará todo frito y cocido.